frases COACHING PARA LA VIDA: diciembre 2009
La vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes

DIRECTAMENTE A CLASE

martes, 29 de diciembre de 2009

Cuentos chinos de la vanidad

Había una tortuga en un pequeño lago y muchos gansos. Pero, ese año hubo una sequía tremenda. Entonces, los gansos decidieron emigrar volando. La tortuga se puso muy triste. Entonces, uno de los gansos tuvo la gran idea de cargarla entre tres gansos llevándola equilibradamente entre sus picos.




Se pusieron de acuerdo y así entre los tres gansos se llevaron a la tortuga con ellos. Cuando estaban volando, la gente comenzó a emocionarse y aplaudían a los gansos, era algo extraordinario, les tomaron fotos y los ovacionaban. De repente, una persona preguntó en voz alta: ¿De qué quién habra sido la idea?.



Entonces el ganso creador de la idea, dijo: Mía. Al abrir el pico, originó el desequilibrio y la tortuga cayó

martes, 15 de diciembre de 2009

Pasos que se deben seguir.

Con el objetivo de influir en la emocionalidad colectiva de un sistema, tanto en sus emociones como en sus estados de ánimo, se puede llevar a cabo el siguiente ciclo con los siguientes pasos.

Tomar conciencia. Nuestro reto es actuar principalmente sobre los estados colectivos de ánimo y no tanto sobre emociones aisladas. El desafío es impulsar a los miembros de un sistema en un viaje desde el resentimiento hacia la serenidad, o desde la resignación hacia la ambición.

El segundo paso es reconocer y asumir la realidad emocional del sistema.
El siguiente paso supone identificar, a través de la indagación y la reflexión, las experiencias y creencias que generaron en el pasado emociones recurrentes que pterminaron por originar estados de ánimo no deseados.
Sentirnos responsables. Una vez diagnosticado, hay dos opciones básicamente... sentirnos víctimas o responsables. En los sistemas victimistas se respira queja, pesimismo, inacción. Frases como: "qué mala suerte", "qué le vamos a hacer", "ya vendrán tiempos mejores" podrían ser el eslogan. Los sistemas que viven en la responsabilidad se hacen cargo de lo que ocurre. Sienten que, en gran medida, sea el resultado bueno, normal o malo, los principales responsables han sido ellos. Piensan que los aspectos ante los que pueden influir son más, y actúan. La emocionalidad colectiva imperante es la confianza. Quizá no consigan todo lo que se proponen, pero lo que sí se seguro es que habrán disfrutado más y que tendrán un orgullo de pertenencia y una autoestima mayores.

Supongamos que ya hemos tomado conciencia, nos sentimos responsables y queremos pasar a la acción.
Pasar a la acción. Para gestionar nuestro estado emocional colectivo podemos trabajar de dos maneras, complementarias entre si:
  • Provocar nuevas experiencias que generen emociones positivas recurrentes, que ayuden a la aparición de nuevos estados de ánimo más expansivos, como paz y serenidad, ambición o desarrollo.
  • Trabajar la fundamentación, difusión interiorización de nuevos "juicios colectivos maestros",  que alumbren estados emocionales surgidos desde la conversacíón grupal y las evidencias actuales.
Ser cosncientes y hablar abiertamente de posibles creencias o juicios colectivos que nos están provocando resignación y/o resentimiento sería un gran avance para cualquier sistema.
Además existen otras fórmulas de intervención, como el coaching de equipos, las configuraciones sistémicas o el sociodrama.

Mantener la nueva emocionalidad sistémica. Podríamos hablar de un "gimnasio emocional" que nos ayude a mantener la nueva emocionalidad colectiva conseguida.

La tendencia de cualquier sistema, de la misma manera que ocurre en el ámbito individual, será volver a los patrones antiguos. Para ello es necesario diseñar medidores y avisadores de la neuva emocionalidad del sistema en el futuro, que nos indiquen posibles desviaciones sobre la emocionalidad colectiva deseada.

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿suerte o Buena Suerte?


En épocas de incertidumbre como la actual no es dificil que nos equivoquemos en las decisiones, que no seamos capaces de tomarlas o que dudemos de todo, no siempre podemos controlar todas las variables que intervienen o podrían intervenir.
¿Hasta qué punto es verdad? Controlamos muchas variables (las variables dependientes), que conocemos y con las que contamos en el momento que tomamos la decisión. No obstante, existen otras, que son del todo invariables o incontrolables (las variables independientes), las que de pronto surgen rauda y velozmente y descomponen todo el escenario en el que nos movemos.
“Había una vez un granjero que tenía un caballo precioso. Un buen día el caballo se le escapó y los vecinos del pueblo vinieron a consolarlo por la mala suerte que había tenido, pero el hombre les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!

Unos días después el caballo regresó con dos potros sanos y fuertes, y los vecinos del pueblo acudieron corriendo a felicitarle por la buena suerte que había tenido. Como la vez anterior el granjero les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!

Al cabo de un tiempo, el hijo del granjero, intentando montar a uno de los nuevos potros se cayó y se rompió una pierna. Cuando los vecinos se enteraron fueron a verlo para animarle por la mala suerte que había tenido su hijo. Una vez más el granjero les dijo: ¿mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!

Se cuenta que empezó la guerra al poco tiempo y vinieron a reclutar a todos los jóvenes del pueblo pero no se llevaron al hijo del granjero porque el chico no estaba en condiciones de combatir. Una vez más los vecinos del pueblo fueron a felicitar al hombre por la gran suerte que había tenido.”

Y, en su línea... el granjero contestó:

¿Mala suerte o buena suerte? ¡Quién sabe!

A veces hablamos de suerte, y de mala suerte pensando en lo que eso implica para el futuro, poder pagar la hipoteca, llegar a fin de mes, evitar que nuestro negocio vaya mal y tengamos que cerrar… En realidad, es más interesante vivir el día a día con intensidad, disfrutar de los buenos momentos y recuperarnos lo antes posible de de los malos tragos que la vida nos depara.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿QUIÉN ERES?

Ante esta pregunta las personas responden de diferentes maneras. Algunas la responden hablando sobre su identidad social, dicen su nombre. Otras hablando de su rol: soy padre. Otras aun hablan de su puesto o su profesión: soy abogado, soy licenciado, soy gerente… etcétera. Otros de su nivel social: soy pobre, soy rico, soy de clase media. O quizás se concentren en lo moral: soy bueno, y así por el estilo. Y si sigo preguntando, habrá muchas otras respuestas. Quiero aclarar, además, que ninguna de estas es correcta o incorrecta. Pero vuelvo a mi foco y por eso repregunto: ¿quién es usted?

Ante esta nueva cuestión, y habiendo clarificado lo que se suele responder, es posible que usted pueda hacerse esa pregunta a sí mismo: ¿quién soy? Y pueda decir que usted es todo lo antes mencionado y mucho más: usted es padre, gerente, licenciado en ciencias económicas, de clase alta… etcétera. Todo eso que acaba de mencionar, más todo aquello que quizás no menciona, es su historia. En algún sentido, nuestra historia es el producto de lo que nos contamos a nosotros mismos cuando nos planteamos la pregunta “¿quién soy?”. Pero hay más: en todas estas respuestas hay dos actos implícitos: elegir y decidir.

Sí, nuestra historia es el producto de nuestras elecciones y decisiones, e independientemente que nuestro presente nos agrade o no, en el pasado decidimos y elegimos.

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